Esta vez el amarillo me hizo una mala jugada, fue victima de una partida, una partida que no tendrá retorno jamás, una partida que recordaré toda mi vida y que siempre estará acompañada de algunas lagrimas de alegría, recuerdos y mucha tristeza.
El amarillo esta vez fue participe de la unión y el descanso, de la agonía y de la celebración.
Fue testigo de una espera larga, de una espera que solo deseaba un día como hoy para colapsar e irse en paz hacia el encuentro de sus amados, donde harán una fiesta sin fin y disfrutaran mas que los vivos el día de hoy.
Y el amarillo lo usaba yo, un día como hoy que fue el final de un nuevo comienzo.
Ella se fue tranquila, quería reencontrarse con el amor de su vida, quería que fuera exactamente este día el cumpleaños de su segundo hijo, un día donde todos celebran, nadie está triste, todos lo desean, fue lo que ella quiso. Nunca quiso pasar de ser percibida hasta el ultimo día de su vida.
A ella yo la quería, a mi modo pero la quería.
Ella era mi mamama la cual deja hoy un vacío en mi corazón, que se ira llenando de recuerdos en su honor.
Aida Torrico, mi mamama.